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Por Isabel Panozo
Hace no mucho (pero el suficiente tiempo como para que se pase el hype hasta que yo la acabe), se estrenó la segunda temporada del spin-off de The Walking Dead, Daryl Dixon; esta vez llamada “The Book of Carolˮ. Tras enterarnos en la primera que Daryl termina, por azares del destino, en Francia, tanto este producto como “Dead Cityˮ (la serie de Maggie y Negan), nos presentaban nuevas variantes de los caminantes, más inteligentes y cada vez más peligrosos para nuestros supervivientes favoritos, y, aunque este concepto inició en la serie principal durante la última temporada, no había sido tan explotado como en la obra de la que hablaremos a continuación.
Y, como siempre, antes de iniciar con el análisis, hago uso de la advertencia de spoilers; si quieres ver la serie sin sentirte sesgado por la opinión que estoy a punto de dar, te recomiendo que pauses la lectura hasta que te pongas al día con “Daryl Dixonˮ.
“The Book of Carolˮ, sumerge a los protagonistas en pruebas tanto físicas como emocionales al tratar de atravesar una Europa desolada, buscando regresar a casa (Commonwealth). Con el objetivo de resguardar a Laurent en un vuelo transoceánico donde solo caben tres pasajeros, Daryl y Carol eligen quedarse atrás, renunciando a su única oportunidad de huida y confrontando las adversidades del grupo comandado por Jacinta.
Tras deshacerse de ella (sólo por ser víctima de sus propios delirios mesiánicos), el elenco, con nuevos aliados como Fallou y Codron, emprende una travesía hacia el Eurotúnel del Canal de la Mancha, atraídos por rumores que sugieren un mejor panorama en Inglaterra. No obstante, el túnel resulta traicionero: murciélagos, guano venenoso y hongos resplandecientes desencadenan intensas alucinaciones. Codron vislumbra a su difunto hermano, mientras Carol se enfrenta a la pérdida de su hija Sophia (quien partió en la temporada dos de The Walking Dead). Durante este evento, los guías escoceses, Angus y Fiona, figuras enigmáticas en las que apenas se debía depositar confianza, creo yo, traicionan a los sobrevivientes, dejando a un Daryl exhausto y en los límites de la muerte. Sin embargo, impulsado por una visión de Isabelle instándolo a seguir resistiendo, logra recuperar las máscaras de gas cruciales para avanzar y Carol, después de un emotivo adiós a la visión de Sophia, se reencuentra con Daryl para proseguir su travesía, como cierre de temporada.
Hablemos de trama y ¿costumbre?
Si bien el cambio de escenario, de Estados Unidos a Francia y eventualmente a Inglaterra y España, aporta un toque fresco en términos de ambientación, bajo esta “nueva capaˮ, la historia sigue el mismo esquema que ha definido a la franquicia desde sus inicios: sobrevivir, enfrentar traiciones y a los demonios internos; y no sólo sucede con este spin-off, sino con temporadas pasadas y otros productos del universo TWD. El descenso de la popularidad del mismo se debe en parte a la saturación del mercado con spin-offs que no han logrado capturar la esencia de la serie original; series como “Fear the Walking Deadˮ o “World Beyondˮ han intentado expandir el universo, pero en su mayoría han fracasado en ofrecer algo realmente nuevo.
La aparición de Carol en la serie fue un elemento que atrajo a la audiencia antigua, no sólo por el cariño a McBride, sino porque cuando se anunciaron los spin-offs, se esperaba el desarrollo de una serie que siguiera las aventuras de estos dos mejores amigos; sin embargo, por el complicado calendario de Melissa, su regreso se pospuso hasta esta nueva temporada. No obstante, su desarrollo en “Daryl Dixonˮ parece un reciclaje narrativo. Su subtrama se enfoca en un duelo “no resueltoˮ por la pérdida de su hija Sophia, un tema que se remonta a las primeras temporadas de TWD, y que para entonces parecía desechado con la llegada de Henry y, posteriormente, de Lydia.
Es claro que una pérdida de esa magnitud puede ser muy complicada de sobrellevar y me pareció interesante como un guiño a para conectar con los fans más fieles, pero no como su principal aporte al guión. Aunque la muerte de Sophia es recordada por los veteranos como uno de los momentos más impactantes, traerla a la pantalla después de tanto tiempo evidencia la falta de ideas nuevas. En vez de adentrarse en nuevas fronteras narrativas, la serie se aferra a lo conocido, reiterando esquemas que en el pasado dieron frutos. El vínculo entre Daryl y Carol, por ejemplo, permanece como epicentro emocional, aunque su desarrollo carece de cambios notables.
Otro factor crucial en la recepción de este spin-off es el agotamiento del género zombie. Durante la llegada de The Walking Dead en 2010, la noción de un fin del mundo de este tipo todavía resultaba novedosa por su vaga exploración pasada de los conflictos más allá de la plaga. La serie original supo combinar horror, drama y tensión de una manera que capturó la imaginación del público; sin embargo, 10 años adelante, la mezcla se ha vuelto predecible y desgastada, razón por la que a crítica ha sido implacable en este aspecto.
Diferentes opiniones han etiquetado a Daryl Dixon: The Book of Carol, entre buenas y malas, y una de las que más resuena en mi mente es la comparativa que realizaron a este spin-off con “The Last of Us«, resaltando la ausencia de autenticidad en la serie. Esta asociación no es arbitraria: ambas historias presentan a un hombre rudo y protector acompañado por figuras vulnerables, enfrentando un mundo desolado, pero The Last of Us aportó una nueva dimensión emocional desde el desarrollo del juego, que a The Walking Dead le está haciendo falta. Aunque cuenta con una producción de alto nivel y una puesta en escena impresionante, sigue siendo una extensión innecesaria de una historia que podría haber concluido hace tiempo, que no le llama la atención al espectador promedio y que puede estar decepcionando a los fans.