Dirección Física
Av. San Martín esq. Brasil EDIFICIO PRUBER 4to piso


Por Adrián Mercado
Las plataformas de streaming cambiaron el modo de consumo del mundo multimedia, con un impacto positivo y negativo. Específicamente en el rubro cinematográfico, los cambios son más negativos que positivos, ya que las plataformas perjudicaron a las salas de cine, debido a la democratización en el acceso a contenido audiovisual, permitiendo a los usuarios consumir películas, series, documentales, en cualquier momento y lugar. Sin embargo, paradójicamente es un aspecto positivo para la construcción de una sociedad más culta, porque permite el fácil acceso a películas que hace años atrás, una mayoría no podría verlas.
El problema radica, que el fin del cine nació como una manera artística, no como un producto de comercialización, el cine es arte. En los últimos seis años, la inmensa cantidad de producciones de series y películas se ha incrementado. Así mismo, Walter Benjamin enfatizó este punto, en su ensayo “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” (1935), manifiesta que: “La reproducción mecánica puede hacer que la obra sea más accesible a un público más amplio, pero también puede despojarse de su carácter único y, en algunos casos, desvalorizarla”.
Esta desvalorización que abarca Benjamin, o el factor negativo al “aura” de la obra, se refleja en el último galardón de los premios Oscars en su 97ª edición. Dicha versión contrajo una gran polémica por las 13 nominaciones al filme “Emilia Pérez”, tachada de racista por la comunidad mexicana y latinoamericana. A esto se sumó la inesperada victoria de “Anora” en las categorías de mejor película, mejor guion original, edición, dirección y mejor actriz.
El director Sean Baker y su película “independiente”; Anora, gira entorno al romance, entre Anora”Ani” Mikheeva, una estríper americana de ascendencia rusa e Iván “Vanya” Zakharov; y un adolescente millonario de padres oligarcas rusos, ambos jóvenes terminan casándose en “Las Vegas”. La situación antagónica de la película, surge cuando la familia oligarca de “Vanya” los obliga a divorciarse, es todo. Una historia convencional, que en esencia ya se mostró en películas como “True Romance” (1993) de Tony Scott, “Le Notti di Cabiria” (1957) de Fellini, “Acatonne” (1961) de Pier Paolo Pasolini. De esta manera, “Anora” puede considerarse la versión moderna de “Cenicienta” pero llena de excesos.
El director de cine, Quentin Tarantino, quien entregó la estatuilla dorada a dicha película, comentó en una entrevista anterior: “La situación ya era difícil en 2019, y ese fue el último año del cine”. Año que lanzó su última película, “Erase una vez en Hollywood”, pero el contexto de su declaración parte de la premisa, del surgimiento de las plataformas de streaming y la corta duración en cartelera de las películas en los cines. Entonces, ¿el cine comenzó a decaer el 2019? ¿Cuándo y dónde surge esta problemática?
Todas estas cuestiones, parten del contexto de la industrialización del cine y el auge de “la cultura Mainstream”.
El concepto de la cultura Mainstream basado, en el libro “Cultura Mainstream: cómo nacen los fenómenos de masas”, escrita por el sociólogo y periodista francés, Fréderic Martel, hace referencia a las tendencias, ideas y valores predominantes o populares de un determinado ámbito, abarcado por la cultura de masas y la industria del espectáculo.
Martel, en su obra explica, cómo la globalización del entretenimiento produce y distribuye contenidos que alcanzan una amplia aceptación, moldeando las preferencias culturales a nivel mundial. Además, recalca que no solo refleja las preferencias de la mayoría, sino que también influye en ellas, creando fenómenos de masas que trascienden fronteras y culturas.
De manera que las masas llegan a un punto de priorizar el entretenimiento por encima del cuestionamiento, alienando a la sociedad. Consecuentemente, la alienación del individuo, lo despoja de su realidad y lo condena a una sobre estimulación de los sentidos.
Así lo mencionaba, el poeta Romano Décimo Juvenal: “Al pueblo pan y circo”. Es decir, si la sociedad tiene suficiente entretenimiento, no cuestionará su entorno. Guy Debord en su libro “Las sociedades del espectáculo”, manifestaba también que la exterioridad del espectáculo respecto al hombre, sentencia que lo suyo, ya no lo es, sino de otro que lo representa. Por consecuencia, el individuo se siente desconectado y desorientado, porque en ningún lugar se encuentra, adueñado por el espectáculo.
¿Cómo llega el cine a industrializarse?
El cine surgió de manera accidental con los hermanos Lumière en 1895 en la famosa exposición de “La llegada del tren a la estación” y “La salida de los obreros a la fábrica”, porque su intención no era representarlo como una forma de arte, sino como un simple artefacto que muestre la realidad. Es gracias a Georges Méliès, que aprovechando la poca visión de los hermanos, compra el cinematógrafo de los hermanos, para luego recrear sus obras de teatro en formato de películas, dando origen a los primeros filmes de ficción. Desde entonces, el cine evolucionó masivamente, llegando a ser instrumento de propaganda empleada por los nazis y las potencias mundiales.
El cine atrajo público y eventualmente generó ingresos económicos. La industrialización surgió y se comenzó a financiar películas, por lo costoso que significaba producirlas. Las industrias a cambio de las financiaciones, exigían restricciones e imponían sus ideologías a través de ellas. Ante esta situación, Theodoro Adorno dijo que el cine no alcanza a ser un “arte auténtico” porque se rige en el contexto de la industria cultural, generando una degradación del arte. Convirtiéndose en un medio que produce prototipos y proyectos ideológicos que corresponden al mundo de la prensa y no del arte.
Ahora, enfatizando en la premisa que expresó Tarantino, quien critica las plataformas de streaming, como una manera de banalizar el cine mediante la reproducción masiva de contenido globalizado. Sin embargo, estas plataformas han facilitado el acceso a clásicos, cine de autor y películas de culto, permitiendo la difusión de obras antes inaccesibles.
El problema radica en la comercialización extrema del cine. Al igual que una exposición de pinturas, esculturas y fotografías que son mostradas en un lugar determinado, como galerías y museos, donde la iluminación, la arquitectura de estos espacios son adecuados para este tipo de eventos. Lo mismo pasa con el cine, las salas de cine te brindan esa experiencia auténtica de ver una película, porque las salas están adecuadas para que el sonido sea el mejor, al igual que la imagen y que no exista distracción alguna que impida desconectarte de la película. Es un rito ir al cine, y los ritos son fundamentales para mantener la esencia del cine. Tal como, el escritor Francés, Antoine de Saint-Exupéry toca el tema del rito en su libro “El Principito”. En la parte donde el zorro le reclama al Principito: “Si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón…Los ritos son necesarios”. “¿Qué es un rito?”, preguntó el Principito. El zorro, respondió: “Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra”.
Ir al cine para disfrutar de una película es significativo y a la vez fundamental para que aquella experiencia, aunque sea unas horas te despeja de las preocupaciones y problemas cotidianos. Películas como “The Purple Rose of Cairo” (1985), “Cinema Paradiso” (1988), “Hugo” (2011), “The Fabelmans” (2022), etc. Reflejan, ya sea desde la nostalgia, el impacto cultural o el amor por el cine como arte y refugio. No olvidemos que somos seres que sienten, con palabras para contar historias y transmitirlas. Aspecto que nos diferencia de los animales y cualquier ser vivo que habita en este mundo.
El cine en los últimos años ha sufrido una degradación, pero también es verdad que las nuevas tecnologías, contribuyeron a que el acceso a la información sea ilimitado y por tanto permita conectarte con el mundo. El aspecto negativo de esta herramienta, es la sobreinformación, además las industrias invierten cada vez más para que existan masas consumistas, afectando a todo tipo de arte, como el cine.
Satanizar las plataformas de streaming e Inteligencias Artificiales, tampoco es el camino correcto, sino que se debe estar consciente al momento de consumir lo que el mundo ofrece. Es encontrar un equilibrio entre el entretenimiento y el pensamiento crítico. El cine no ha muerto, pero necesita recuperar su esencia de inspirar, cuestionar y transformar.