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Redes Sociales y Cancelación: La salud mental de las estrellas

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Por Isabel Panozo

La cultura de la cancelación es un mal que debemos permitir que continúe ya que ayuda a algunos, aunque perjudique a otros?

En la actualidad, las redes sociales se han convertido en una fuente de conexión con nuestros ídolos, estrellas del mundo de la música, del cine y de las mismas redes, que comparten en estos perfiles personales no sólo su trabajo, sino también un pedazo de su día a día. En ese sentido, sus vidas ya no se tratan sólo de sus apariciones en alfombras de colores, sino también en la presión constante del panóptico que se construyó en internet. X (antes Twitter), Instagram, Facebook y TikTok pasaron de ser medios de conexión con amigos o de información mediática, a escenarios donde cualquier palabra o acción pueden llevarnos a la “cancelación”.

Pero, ¿a qué me refiero con cancelación? Mayormente a cuando una figura pública o marca es boicoteada por actitudes y comentarios que pueden considerarse ofensivos o inapropiados. Cuando este accionar se manifiesta, las redes sociales funcionan como difusores de la información, amplificando las opiniones que se emiten, convirtiendo errores en acontecimientos virales que pueden costar seguidores, contratos e incluso la reputación de los involucrados. En ese sentido, los famosos terminan caminando en la cuerda floja, haciendo que todas sus intervenciones se vean milimétricamente planificadas por ellos o sus relacionistas públicos.

En un mundo donde un comentario fuera de contexto o un post antiguo puede ser suficiente para que la gente exija responsabilidades, si lo pensamos desde una perspectiva personal, es horrible tener que estar pensando en qué subir o no a nuestras redes personales, cuando muchas de ellas tienen como objetivo el entretenimiento del individuo. Si bien la cancelación es una herramienta que ha apoyado causas buenas exigiendo rendición de cuentas a los responsables, también se ha vuelto un arma de doble filo porque no siempre hay espacio para la disculpa, o la redención, convirtiendo a los usuarios en jueces, jurados y verdugos.

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Foto: Imagen generada por IA

El desce(n)so de Liam Payne

Una de las víctimas más recientes de la cultura de la cancelación podría ser este ex-miembro de One Direction. Tras la separación de la banda, Liam pasó de ser un artista reconocido a ser uno más en su carrera musical como solista, lo que lo llevó a realizar comentarios controversiales en las redes y los medios (además de su música), sobre la mala relación que tenía con sus ex compañeros. Sumado a las acusaciones de abuso de su ex novia y de algunas personas en redes que exhibieron conversaciones comprometedoras con Payne, el cantante se vió envuelto en problemáticas que constantemente lo superaban por las olas de odio dirigidas hacia él.

Durante los últimos meses, se lo notó más desconectado por el uso de estupefacientes, y demacrado, quizás por la depresión o la ansiedad que le podrían estar causando las interacciones en internet. Pienso que tal vez una razón del abuso de estas sustancias se debía a los problemas que empezaron a salir a la luz, sumados a posibles desórdenes mentales. Se le atribuyeron conductas violentas y erráticas que derivaron en su terrible fallecimiento en Argentina al lanzarse de un tercer piso de su hotel en Palermo, poco después de que el personal solicitara apoyo policial porque no sabían si el huésped en cuestión podría ponerse en riesgo.

Y no me malentiendan, no justifico ninguna de las acciones de Liam, ni su amor/odio por sus compañeros, de los cuales hablaba bien cuando le convenía, ni los problemas en su accionar y con las sustancias ilícitas. Sin embargo debemos empezar a plantearnos cuál es el verdadero papel de las redes en la repartición de justicia, siendo que son un medio no sólo de difusión de opiniones, sino también de constante acoso que no parte siempre de las figuras públicas. No busco santificar a Liam, pero tampoco a las personas que se dedican a las redes con fines maliciosos; estoy consciente de que en las redes sociales, todos somos responsables de lo que decimos, no obstante, para las celebridades el precio es más caro por su visibilidad, lo que los hace exponencialmente más vulnerables que el resto.

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Foto: Liam Payne, extraída de Sport45

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