Una de las historias de feminidad durante la época dictatorial

Por Valeria Ortiz

“La casa del sur» es una película que acaba de ser estrenada este jueves 6 de febrero, por fin, en cines bolivianos —su primer estreno se realizó en Colombia en 2021, pero por situaciones pandémicas, no pudo estrenarse en el país hasta ahora—. Dirigido por Carina Oroza Daroca y Ramiro Fierro, y con el trabajo de actuación de rostros ya conocidos en el medio, como Arwen Delaine, Piti Campos, Alejandra Lanza, Cristian Mercado, David Mondaca, Jorge Arturo Lora, Grisel Quiroga, Javier “Chivito” Carrasco y Gúdnar Fernández Panica, este largometraje nos trae una historia que se combina entre un pasado de represión militar y sus consecuencias traumáticas en la vida de quienes vivieron aquella época, en esta ocasión, para el para el par de protagonistas: Anita, o “La niña”, y su tía Lu.

Se nos narra la travesía de Ana, quien, hoy adulta, se ha convertido en chef y se sustenta a través de colaboraciones con distintas marcas en su blog de cocina tradicional. Una trotamundos, a quien parece habérsele olvidado su lugar de origen, Bolivia, y más en específico, la chula Tarija, se ve obligada a retornar después de 25 años en el extranjero para decidir el destino de lo que queda de una anteriormente hermosa hacienda, la cual ha heredado al ser la única familiar en vida.

A medida que ella va reconociendo este espacio congelado y, a la vez, perdido por los trazos del tiempo, se aparece una historia sumamente íntima y femenina, pocas veces retratada para ser recordada en nuestras mentes: la relación entre hermanas, hijas, sobrinas. ¿Qué sucede cuando las mujeres interfieren en un escenario dominado por los hombres? ¿Cómo deben aprender a desenvolverse con astucia en un sistema que las ve como simples objetos? ¿Qué pasa con la inocencia femenina? ¿Cómo se vive el cuidado mutuo entre mujeres y cómo ellas callan sus vivencias por la salvación de quienes aman? Estas y otras cuestiones, se retratan en una forma sensible y apasionada en “La casa del sur” gracias a las memorias de la familia Daroca.

Porque es así, esta es una película de ficción histórica que se construye en torno a los recuerdos de una entre muchas familias bolivianas que tuvieron que soportar la crítica época dictatorial militar. Como público, debemos aprender a apreciar esta historia con respeto y, a la vez, recordar que esta no es la única forma en la que se vivió esta represión. Existieron y existen contextos socioculturales y económicos diversos, lo que nos habla de más de una forma de experimentar la feminidad. Este proyecto cinematográfico, por supuesto, nos deja con hambre de más perspectivas narradas con este nivel de entrega.

Finalmente, pasamos la invitación de la directora y el director del filme a sumergirnos en su trabajo: “Hay que ver cine boliviano porque esa es la mejor manera de conocernos. Necesitamos reencontrarnos, identificarnos”, menciona Ramiro Fierro. “Y también tenemos que reconstruir la historia. Y nuestra herramienta es la imagen”, culmina Carina Oroza Daroca.