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Artículo
Por: Valeria Quiñones
Amamos, admiramos y hasta lloramos por personas que nunca nos han conocido; desde estrellas del pop hasta influencers, las relaciones parasociales nos hacen sentir que compartimos la vida de quienes solo vemos a través de una pantalla.
Este vínculo emocional unidireccional, en el que los fans sienten cercanía con figuras mediáticas sin que haya interacción real, fue definido por los psicólogos Donald Horton y Richard Wohl en los años 50. Hoy este fenómeno ha alcanzado nuevas dimensiones gracias a las redes sociales, el streaming y la cultura mediática.
¿Por qué nos sentimos así?
Ejemplos que resuenan
Taylor Swift y Travis Kelce: La noticia del compromiso de la superestrella con la estrella de la NFL desató una reacción colectiva inesperada. En muchos casos, la noticia fue recibida con la intensidad emocional que uno guardaría para un amigo cercano, no una celebridad. Como señaló The Washington Post: “Los noticieros estallaron, las oficinas gritaron… el mundo compartió su alegría”.
El luto por Liam Payne: La muerte del ex-One Direction en 2024 provocó una conmoción global. Fans describieron el fallecimiento como “perder un amigo” y realizaron vigilias espontáneas frente al hotel donde ocurrió el suceso, al igual que alrededor del mundo recordando al cantante. Este tipo de duelo, también llamado “duelo parasocial”, revela cuánto pueden afectar emocionalmente relaciones que no fueron bidireccionales.
Chappell Roan y el ascenso de una nueva estrella queer: La cantante emergente, conocida como “la princesa del pop alternativo”, ha construido un lazo estrecho con su público LGBTIQ+. En sus conciertos, los fans relatan sentir que asisten a un “espacio seguro” y colectivo de celebración. En entrevistas, ella misma ha dicho: “No soy solo yo en el escenario, somos todos juntos creando este momento”. Este tipo de narrativa refuerza la idea de comunidad y pertenencia, clave en las relaciones parasociales de nuevas generaciones.
Estas relaciones pueden ofrecer consuelo emocional, disminuir la soledad e incluso convertirse en fuentes de inspiración o modelos de comportamiento para jóvenes que buscan identidad. Pero el desequilibrio puede llevar a idealización excesiva e incluso frustración por la falta de reciprocidad. En casos extremos, puede desembocar en adicción digital o incluso hostilidad dentro de un fandom.
Con el avance de la inteligencia artificial, realidad virtual y avatares digitales, las relaciones parasociales que conocemos hoy podrían volverse más inmersivas, lo que plantea nuevos desafíos éticos y psicológicos. Cada vez más, expertos recomiendan un consumo consciente de contenidos digitales y fomentar conexiones reales.